¿Cómo traslada su sensibilidad por la belleza al resto
de su equipo?
LRV: Intento siempre transmitir esa sensibili-
dad para que el estudio siga una misma línea y tengo
que decir que esta transmisión no va en una sola direc-
ción. Yo recibo mucho de todos mis colaboradores. En
nuestro estudio no hay divos, somos un equipo. Lo que
sí que les digo son dos cosas: primero, hay que absor-
ber la filosofía de la firma y no imponer. Y segundo,
hay que diseñar para el público objetivo, tanto sea una
pieza, como un restaurante o una casa...
¿Cómo filtra la información que recibe? ¿Cómo distin-
gue lo que puede tener un interés de lo que solamente
puede ser ruido?
LRV: A mí me llama la atención el detalle en las
cosas cotidianas. Así que un objeto, diseño o proyecto
puede ser muy bonito, pero si no tiene alma...no tiene
ningún sentido para mí.
¿Cuál es el mejor reconocimiento que le pueden hacer
después de un proyecto realizado?
LRV: El mejor piropo que me pueden hacer es
que me digan: “la casa x no parece tuya”. Claro, pienso
yo, esta casa es de una familia en concreto y la hemos
hecho como a ellos les gusta, que es donde tienen que
vivir. Luego está el que el proyecto incluya algunos
detalles sugeridos por nosotros.
Usted tiene casa en Nueva York y Barcelona. ¿Cuáles
son las principales diferencias entre el diseño europeo
y norte americano?
EVV: Hay que pensar que en Estados Unidos
la profesión de interiorista está por encima de la de los
arquitectos. Aunque también está pasando en Europa
y en el resto del mundo. En general todo está sujeto
al diseño. Es el momento de las marcas “home” y esa
necesidad de customización.
¿Cuál es la tendencia actual en interiorismo? ¿O no
podemos hablar de una única tendencia?
EVV: Hay mucha información y a la gente
le gusta conocer el origen de las cosas. Puede haber
varias tendencias, pero lo que la gente quiere es lo
exclusivo, la pieza de autor. El toque artesanal de las
cosas es lo que les da valor. Marcas como Chanel están
en esa línea, en elaborar propuestas que sean únicas.